Moya presentó su ponencia "Un susurro de dignidad. El Juicio a las Juntas en la cobertura de Horacio Verbitsky".
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(16-18 de mayo de 2012)
Un testimonio de entonces, rescatado en esta ponencia, fue tomado por Eduardo Duschatzky para una nota de la agencia Télam (2015).
Nótese el efecto de sentido que genera el último adjetivo. ¿Habla del pelo o de ella?
Garnica fue la primera testigo que ante la rutinaria pregunta sobre su relación con los procesados se declaró enemiga. El camarista pensó que había entendido mal.–Sí, enemiga –ratificó la señora de tez morena, rostro indio y pelo negro brillante.
Un susurro de dignidad
El Juicio a las Juntas en la cobertura
de Horacio Verbitsky
Abstract:
A partir de que los juicios por crímenes de lesa humanidad son más frecuentes en la Argentina y el mundo, vale repasar los pocos modelos de cobertura que hay como antecedentes. Por sobre el conocido caso de Hannah Arendt con Eichmann en Jerusalem, proponemos el de Verbitsky en el Juicio a las Juntas Militares. Es que el modelo argentino de justicia de transición se diferencia del modelo sudafricano en que no canjea impunidad por información. En Argentina, se avanzó en los juicios para castigar a los responsables, sin garantías de impunidad, contra quienes opinaban que así nadie confesaría ni aportaría información. En 2012, con la confesión de Jorge Videla, quedó demostrado que el modelo del sur de Latinoamérica es un aporte útil al mundo. Así lo sostiene el presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el mismo que realizara la mejor cobertura al juicio argentino de 1985.
La cobertura del crimen del siglo
En 25 años de
profesión nunca tuve
una tarea tan apasionante ni terrible.
Horacio Verbitsky[1]
En 1985, el Juicio a las Juntas Militares por privación ilegítima de la
libertad, homicidio y tormentos sería televisado sin sonido por
disposición del gobierno radical, administrador de todos los canales estatales;
de modo que la más profunda aproximación a las audiencias dependió de la
gráfica.
Para esa cobertura casi sin precedentes desde la II
Guerra Mundial, fueron acreditados periodistas del país y del extranjero. Entre ellos, Horacio Verbitsky (HV) escribiría
una de sus mejores coberturas.
HV publicó sus
notas en 27 ediciones[2] de El Periodista, revista
dirigida por Andrés Cascioli, aparecida en el noveno mes de la recuperación de
la democracia; que editó 193 ejemplares hasta un año después del primer
levantamiento carapintada.[3]
Estuvo a cargo de las notas de apertura y no se limitó
a la Sala de Audiencias; también
trabajó lo ocurrido afuera,
como fue el caso de una nota a partir de un dato tan minúsculo como el nombre
en la puerta de un camión de bomberos.[4]
Para la cobertura de las audiencias no se limitó al uso de
herramientas del periodismo –que serán enumeradas en esta ponencia– sino que apeló
a categorías académicas que incluyeron –por caso– a la antropología.
De sus varios reportajes paralelos al Juicio, incluyó al
científico norteamericano Clyde Snow, en un contexto en el que “la prensa
sensacionalista ha llenado ediciones con fotos de huesos y calaveras” cuando
“lo que no se ha hecho hasta ahora es explicar para qué sirven”:
“Antes de Snow, los
médicos éramos observadores, la tarea la realizaban los sepultureros, con sus
toscas herramientas”, explicó el forense Guillermo Berman. “Se perdían valiosos elementos de prueba”.
“Los huesos no mienten
ni olvidan –dijo Snow a EL PERIODISTA–. En la Cámara terminé mi exposición
con una foto de Liliana Pereyra y no
con la de su cráneo perforado, porque quiero que se entienda que el objeto de la ciencia son los seres humanos”.[5]
Como parte del recurso de reportajes a extranjeros que
estuvieran contra las violaciones en Argentina, seleccionó a sus entrevistados
de entre… militares: El general Líber Seregni, del Frente Amplio de Uruguay[6]; el
general José Joaquín Matallana, símbolo de la lucha contra la guerrilla en
Colombia[7] y el
almirante José Arce Larco, de Perú[8].
Les preguntó qué repercusión tenía en su país el juicio de
Bs. As.; cómo eran sus legislaciones para estos casos y conceptos acerca de la
obediencia debida, contra la que se manifestaron los tres.
Primicias
Descolló con varias primicias, algo difícil en un
ámbito donde cientos de periodistas veían y oían lo mismo. En varios casos, lo
logró con un amplio conocimiento de la temática militar y política, además de
un trabajo de recopilación fuera de Tribunales, como en estos casos:
Alfonsín resolvió modificar de nuevo el Código de
Justicia Militar según los términos adelantados por EL PERIODISTA, el 29 de
marzo.[9]
También se
mantendrá la reforma procesal adelantada por EL PERIODISTA y que importa a los
militares: si el Consejo Supremo reclama su competencia, el juez civil no podrá
mantener detenido a un militar mientras no quede dirimida la competencia.[10]
EL PERIODISTA informó el 4 de mayo que,
en esa dependencia, oficiales retirados vinculados con el Proceso se reunían
para evaluar la actualidad política.[11]
Marcelo Chavanne entregó dos cartas (probatorias) a
EL PERIODISTA.[12]
El tribunal
(…) se privó de oír no la opinión, sino el conocimiento del conscripto Mosca,
que EL PERIODISTA recogió en el café de la esquina, sobre hechos de algún
interés.[13]
En agosto, ocho días antes de que el diario La Razón respondiera “En noviembre o en
diciembre”[14], a la pregunta respecto
de cuándo habría sentencia, HV había publicado:[15]
La sentencia se produciría entre el 15 y el 30 de noviembre[16] (…) Las fechas son
tentativas.
- Exposición del fiscal en un lapso de cinco a diez
días hábiles. (Circa 16 de septiembre).[17]
- Dos días para que digan lo suyo los defensores de
Videla, Massera, Agosti, Viola y Lambruschini, los cinco procesados que cumplen
prisión preventiva rigurosa (7 de octubre)[18]
Varias
veces había abonado tal “especulación”[19]… que venía anunciando desde meses
antes, tal como recordó en julio:
El desistimiento de un millar de testigos (…) y la
solicitud de ampliación de indagatoria a los ex comandantes fue adelantado
por esta revista el 21 de junio, un mes antes que se produjera.[20]
Y en la nota de junio que recordó, en la bajada había
adelantado:
El juicio a los ex comandantes concluirá
antes que 1985.[21]
Por fin, otro acierto:
Nadie tomó muy en serio a esta revista
cuando anunció (…) que el Juicio no concluiría antes de noviembre. Hoy ni
siquiera es seguro que el final ocurra en diciembre, aunque es lo más probable.[22]
Una comparación
“[Granovsky y Ciancaglini] elaboraron más de setenta crónicas (…) entre
lo más completo que se editó. Merecían, como las notas de Verbitsky –lo mejor
en materia periodística que se hizo en el juicio–, ser publicadas en un libro”.[23]
La cobertura de HV puede ser valorada en comparación
–como planteara Verón[24]–
con un trabajo de igual naturaleza. Tal podría ser el conjunto de escritos de
algunos de los 672 cronistas acreditados.[25]
De entre ellos, se toma aquí los premiados de Granovsky y Ciancaglini, cuyas
notas para el diario La Razón, editadas
en libro, ganaron el Premio Rey de España.
Su Crónicas del
Apocalipsis compila 73 breves notas de lo que aconteció –casi siempre– en
la Sala de Audiencias. No utilizaron categorías analíticas científicas ni se
destacaron por aportar primicias aunque sí exclusivas respecto de lo ocurrido
fuera de la Sala o declaraciones en off
the record o en on. Para ello,
apelaron a entrevistas en cuatro casos y apelaron a datos históricos de otros
países para establecer relaciones en cuatro ocasiones.
Un recurso extra fue el semblanteo durante la
acusación de los reos: “Galtieri fuma;
Videla mira al techo; Agosti, atento; Massera, nervioso”.[26]
Uno de estos cronistas reparó en el orden en que los
militares se sentaron:
“Hubo un
cambio de ubicación.
De derecha a izquierda, vistos desde el público, se sentaron sobre dos largos
bancos de madera, Galtieri, Agosti, Anaya, Lami Dozo, Viola, Graffigna,
Massera, Videla y Lambruschini”.[27]
En la jornada siguiente, el mismo escriba juzgó:
“… culminó
la tercera jornada del alegato contra los ex comandantes, que volvieron a
ingresar desde la izquierda en el orden del día anterior... Algunos
periodistas intentaron la tarea inútil de darle a ese orden alguna explicación
lógica, política y hasta afectiva”.[28]
Veinte días
después, HV completó la tarea de “inútil
de darle alguna explicación”, con el uso de categorías de la
antropología:
Si de la pintura en el rostro o de la
disposición de sus chozas en la aldea, Claude
Levi-Strauss dedujo hace medio siglo leyes profundas de la cultura de
algunos grupos étnicos de Brasil, ¿qué conclusiones podrían extraerse del modo
en que los nueve ciudadanos que ocuparon militarmente todo el país, eligieron
cubrir el mínimo espacio que hoy queda sometido a su albedrío?[29]
Descubrió
–de entre otras muchas lógicas internas– que, en la jornada inaugural, las
iniciales de ocho acusados formaban un palíndromo. Aunque para que pudieran
leerse del mismo modo hacia adelante que hacia atrás, era preciso excluir a
Eduardo Massera; una lectura acorde a la información pública, que el autor
desarrollará:
Nunca se sentaron juntos dos de la misma
fuerza. Y esos tríos no corresponden a la composición de ninguna de las siete
juntas que integraron, con dos excepciones relativas.
Exponen con esta disposición su creencia
de que no se juzga a hombres sino a las instituciones que comandaron, piensan
en todo el periodo como una unidad (…) desean destacar la unidad castrense
frente a los jueces.
Al publicar
sus gráficos de análisis, permitió que los lectores –y otros periodistas–
pudieran confirmar o arribar a nuevas conclusiones.
La comparación entre el trabajo de HV y los cronistas de
La Razón no debe ser entendida con
menoscabo de los últimos, apurados por los cierres diarios.
La banalidad del mal
(Un
defensor de Agosti) se interesó por las torturas:
–Eran
cosas cotidianas. Tan cotidianas que se banalizaban.
Guillermo Marcelo Fernández, fugado
de la Mansión Seré.[30]
Si bien se
ha comparado el Juicio a las Juntas con el de Nüremberg, no es posible decir lo
mismo de las coberturas paradigmáticas de HV y Arendt en su estudio sobre la
banalidad del mal, tras el juicio a Adolf Eichmann, el jerarca nazi secuestrado
desde la Argentina para su comparecencia en Israel. Ambas son de naturaleza
distinta; con categorías de análisis diferentes; aun cuando tengan similitudes,
lo común es lo que se oyó en las audiencias.
Arendt
sintió “alivio” al encontrar en el juicio a “judíos
de la resistencia. Su entrada en escena ahuyentaba el fantasma de una docilidad
general”. [En los campos de exterminio] “las entregas directas de las víctimas
para su ejecución [fueron] realizadas por los comandos judíos. El problema
moral fue [su] colaboración en la
solución final”.
HV comprobó
su equivalente argentino:
(…) Dijo el testigo: había un consejo
integrado por los prisioneros que colaboraban con sus captores, a cambio
tenían el privilegio de circular sin vendas ni ligaduras por el campo de
concentración. Pero dos de sus integrantes femeninas no se salvaban por ello de
lavar y planchar la ropa de todos, contó [otra] sobreviviente.[31]
Varios narraron que los prisioneros
Alfredo Cid de la Paz, El Tano González y El Ratón Laurenzano torturaban a
otros cautivos.[32]
En El Vesubio, estuvieron setenta militantes de Vanguardia Comunista, cuyo
periódico No
Transar, repudiaba a ERP y Montoneros. De ellos, diecinueve no reaparecieron con vida.[33]
Mientras
Arendt reparó en la ‘culpa’…:
“Donde todos son culpables, no lo es
nadie (...) Siempre he considerado como la quintaesencia de la confusión moral
que en la Alemania de la posguerra aquellos que estaban libres de culpa
aseguraran cuán culpables se sentían, cuando, en cambio, sólo unos pocos de los
criminales estaban dispuestos a mostrar siquiera el menor arrepentimiento”.
… HV evaluó
que sólo “tal vez” hubiera en Argentina tanta reflexión:
Mientras los procesados banalizan en
esta repetición neurótica sus conflictos irresueltos, la sociedad recrea la
tragedia, oficia una grave ceremonia, una catarsis que tal vez permita elaborar
lo sucedido y evitar su reiteración.[34]
No sería un paso corto para esta
sociedad contaminada por la convivencia con el horror, reconocer ante la fuerza
de las pruebas que a la complacencia de afuera correspondieron las atrocidades
de adentro, que unas no hubieran sido posibles sin la otra.[35]
Un senador oficialista, quien insiste en que el
impulso del Poder Ejecutivo fue decisivo para la Justicia, recordó: “Hanna Arendt presenció el juicio contra
Adolf Eichmann, encuentra ‘irregularidades y anomalías’ y recuerda ‘la
finalidad de todo proceso es hacer justicia y nada más’ (…) La posición de
Arendt no quedó clara. La colectividad judía la criticó”.[36]
No fue el caso de HV, quien no recibió críticas de
colectividad alguna[37],
ni de la sociedad en su conjunto[38],
salvo de los adeptos a quienes estaban en el banquillo de los acusados, y
contrarió a la UCR en el gobierno, a quienes definiría como “nueva derecha”.[39]
Abundaron declaraciones de testigos
sobre el nazismo como ideología justificatoria de las fuerzas represivas. Los
judíos pagaron una cuota adicional dentro del espanto colectivo. El arraigo del
antisemitismo inconsciente quedó demostrado también en giros y expresiones que
vertieron testigos, abogados defensores y hasta un camarista.[40]
Otra
coincidencia entre esta sociedad y la Alemania nazi puede ser comprobada en su
carácter burocrático. Arendt vio y oyó “que
no sólo Hitler, las SS y el partido, sino la elite de la vieja y amada
burocracia se desvivía por el honor de destacar en aquel ‘sangriento’ asunto
[la Solución Final]”.[41]
Quien piense que la burocracia y
el terror son incompatibles se equivoca. A Carabassa le dieron una hoja con
preguntas y un formulario del Ejército para que lo contestara. Debía dejar
cuatro dedos de margen a la izquierda y dirigirlo al Excelentísimo Señor
Comandante del Cuerpo I.[42]
Sobre los métodos, Rébora, que presidió la filial de
la CONADEP en Córdoba, describió: 1. secuestro por grupos paramilitares; 2.
torturas en centros clandestinos, y 3. ejecuciones sin juicio.
Clandestino e ilegal, ese mundo era burocrático y
ordenado. En los campos había ficheros y se pasaba lista con
el nombre y el número de cada víctima.[43]
Mientras la
filósofa escribió que “carecemos de
pruebas documentales y ningún criminal de guerra se refirió a este aspecto”,[44] HV
recabó testimonios que colmaron aquel pasivo:
* Les firmaron recibos a familiares de
los secuestrados Tejerina, García Mansilla y Carabassa.
* Un militar reconoció su firma en
recibos entregados al propietario de una vivienda allanada en La Plata, en la
que fueron secuestradas tres mujeres.
* Candeloro entregó el recibo que la
Policía Federal otorgó a su hijo por sus pertenencias al ingresar como
detenido. Los tres murieron en presuntos enfrentamientos.
* El coronel Pedro Barda firmó: “Certifico
que el señor Oscar Granieri, LE 5.329.824, ha cumplido con una sanción impuesta
por el Comando de la Subzona Militar 15 (…) por haber intervenido en un hecho
sospechado de implicancias ideológicas”.
* “Videla, Massera y Agosti estaban al
tanto del secuestro”, dijo Forti. “Les transmitió el caso y les entregó cartas
el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Venezuela, general Juvenal
Rojas Córdoba”. Presentó recibos de la embajada argentina en Caracas por otras
cartas remitidas a los comandantes.
Aportes de uniformados
Si todavía
alguien sostuviese que los testigos estaban concertados contra las fuerzas
armadas, tal vez deban tomarse sólo los testimonios de uniformados. Dos ejemplos
rescatados por HV:
* Los
fusilamientos se efectuaban en presencia del general Domingo Bussi, recordó
(un) ex gendarme ante las insistentes preguntas del defensor de Viola.
* (…) preguntó
quién había ordenado su detención, el segundo comandante de Gendarmería Rey le
respondió: “La Junta Militar”. Videla permitió que el capitán de fragata García
Mansilla visitara a su hijo en Campo de Mayo. Y la esposa del secuestrado
agente de bolsa Jaime Benedit intercedió ante Viola, quien le dijo que “no
podía hacer nada porque el Ejército estaba dividido”. La acompañaba el hermano
de Benedit, ministro de Economía del Chaco. Los defensores se hundían en sus
sillas.
¿Qué dijo de los
acusados y sus defensas?
De los
“reos”, opinó poco; tal vez porque era secundario en comparación con los
testimonios de las víctimas. Un resumen de sus apreciaciones descriptivas:
La actitud de los reos exhibe su
derrumbe. (En) Videla, su intención de que lo vean leyendo descubre la
fragilidad de esa impostura. Tanto le importa que compró zapatos nuevos para el
juicio./ Viola toma nota como un escolar atento./ Galtieri fuma como un
murciélago seis horas diarias./ Agosti escucha como si recién se enterara./
Graffigna se conforma con dormir en casa./ Massera se saca cera del oído con el
meñique, la amasa en pelotitas entre el pulgar y el índice./ Anaya se pierde
por los pasillos de tribunales buscando la salida.[45]
Para la
mayoría de los 17 letrados deparó sutil ironía, abierta crítica o referencias a
su ignorancia, aunque en pocos casos también cuidó destacarles cualidades.
En una operación que la psiquiatría podrá explicar
mejor que el derecho, los letrados de los menos comprometidos por la acusación
politizaron sus alegatos (…)[46]
Un defensor [preguntó] a la testigo: “Si
mantuvo relaciones íntimas con el teniente coronel”, quiso saber Juan Rosales.
El autor de esta nota pensó que si alguna vez el coronel Durand Sáenz asciende
a presidente, el doctor Rosales sería un apropiado ministro de Justicia...[47]
De Fernando
Goldaracena destacó que hubiera mezclado hechos del gobierno del ex presidente
Illia, con el de Onganía. De Roberto Calandra refirió su despiste entre “poder
constituyente” y “poder constitucional”. De Enrique Munilla Lacasa su
impugnación en base al “artículo 263, inciso 3 de Código Militar”, un artículo
que no tiene incisos.[48] De
Carlos Tavares que preguntara por la “libertad a Timerman”, quien no había sido
liberado, “sino expulsado del país”.[49] Al
defensor de un almirante lo puso en evidencia sólo con una mera descripción:
Preguntó: “¿Por dónde sale el sol?”. Mientras
aguardaba la respuesta, entrecerraba los ojos y apretaba la barbilla contra su
pecho.[50]
Al abogado de
Isaac Anaya lo trató con alguna ponderación pero párrafos más adelante le
destinó una estocada:[51]
Discípulo de Sebastián Soler, profesor
de derecho penal durante casi treinta años, buen pianista aficionado, de lejos
el más capacitado de los defensores, Aguirre Obarrio negó que hubiera habido
una violación programada y masiva de los derechos humanos (…)
EL PERIODISTA interrumpió la clase
magistral que el penalista brindaba en un pasillo (…) EL PERIODISTA reingresó a
la Sala, donde había cosas más interesantes que escuchar.
Cuando
escarbó en una estafa con Bonos falsos depositados en Uruguay que correspondían
al defensor del brigadier Lami Dozo, para poder difundir una sospecha de la que
no había pruebas, cerró la nota con una expresión por la negativa:
En ninguna de las orillas del Río de la Plata se ha
descubierto vinculación entre la operación de Bonex falsos, con las operaciones
militares que han dado lugar al juicio contra los ex comandantes.[52]
¿Qué opinó de los
jueces?
De los camaristas, criticó tanto como destacó.
El presidente del tribunal fue el
mejor tratado, a veces en contraposición con otro colega:
(…) El presidente Arslanian permitió
exponer casi sin interrupciones, con una actitud de extremo respeto que haría
bien en imitar su colega Guillermo Ledesma...[53]
… A quien se refirió con indirectas
como “creyó aclarar”[54], o
directas: “con envidiable serenidad Ledesma atinó a solicitar a (la testigo)
que se abstuviera de calificar”.[55]
Aunque el tratamiento que dio a los
jueces varió a la par que el comportamiento de aquéllos:
Ledesma, incisivo en los
interrogatorios, enérgico con las partes y mejor dispuesto que en los primeros
días de su segunda ronda a escuchar a los testigos.[56]
Ante el
accionar de D’Alessio, optó por la ironía, al calificarlo de “minucioso”[57],
o “culto y erudito”.[58]
A Gil Lavedra lo enalteció con precisos adjetivos: “de actuación sobria, enérgica e inteligente”[59],
o “el veloz camarista”.[60]
Con Valerga Aráoz se tornó más crítico:
Fue el único que admitió interrogatorios
a los testigos acerca de cuestiones irrelevantes pero que tienden a recrear la
sórdida hipótesis de que si alguien desapareció, por algo será (…)[61]
Fue
considerado con la humanidad de sus señorías:
Desean apurar las sesiones, de gran
desgaste físico y emocional, pero una y otra vez ceden a la sorpresa y
respetuosamente acompañan estos descensos al averno, lo cual habla de su
probidad.[62]
Y destacó
actitudes:
[Un
abogado] reclamó porque un testigo (…)
asistía desde el sector de los invitados. El tribunal desechó su petición con
un texto que en algún país sajón pasaría a la historia y que comienza diciendo:
“El testigo Jorge Watts es un hombre libre”.[63]
Trato
equivalente tuvo para con los fiscales, vocero de la acusación de la sociedad, a
quienes era necesario preservar.
De los testigos
En este ítem
se destacó el aporte más lúcido de su pluma. Nótese el efecto de sentido que
genera el último adjetivo. ¿Habla del pelo o de ella?
Garnica fue la primera testigo que ante
la rutinaria pregunta sobre su relación con los procesados se declaró enemiga.
El camarista pensó que había entendido mal.
–Sí, enemiga –ratificó la señora de tez
morena, rostro indio y pelo negro brillante.[64]
De otros,
destacó sus contribuciones:[65]
Andrés Castillo dijo que Pablo de
Langarica compró la libertad de su esposa y una hija entregando a los marinos
1.3 millones de dólares que guardaba en Europa. Este es probablemente el origen
del equívoco que terminó con la vida de Elena Holmberg y de Marcelo Dupont.
Según Gregorio Dupont la diplomática le dijo que Massera había entregado un
millón de dólares a Firmenich. Alguien había entendido mal. No se trató de una
transacción política sino del rescate de una familia.
Juana Torres escribió a una integrante
de la CONADEP “nunca más fue feliz nuestra vida (…) Nunca más la desaparición
forzada, el secuestro, la tortura. En el nombre de Dios. Nunca más”.
… De la prensa
Dijo que
una parte fue cómplice y dio nombres aunque no desde el lugar de denunciante
sino a partir de las declaraciones en la Sala. Dedicó una nota a “Periodistas y gráficos”:
Grondona no tuvo presente haber
realizado gestiones por ninguna persona desaparecida, lo cual destaca su
coherencia.[66]
En la base donde estaba, los captores
escuchaban Radio Belgrano. El desaparecido oía al periodista Julio Lagos decir
que los desaparecidos no existían.[67]
Fue crítico
de la TV, por entonces estatal:
La televisión estatal restringe cada día
más la información sobre el juicio y el gobierno rechaza una tras otra las
propuestas de programas especiales al respecto, que recibe desde distintos
sectores de la administración. Es probablemente una estrategia perdedora.[68]
Del gobierno
En otro
pasaje, apeló a una “sutil operación intelectual” de Viola que permitió que la
crítica al gobierno partiese de una confrontación con aquél:
Viola dijo que ningún político puso
reparos a la guerra sucia. Nombró a Balbín, aludió a “el hoy presidente de una
Cámara del Congreso” y a “un ministro”. En efecto, los archivos no registran
opiniones de Balbín, Pugliese ni Tróccoli objetando lo que Viola llamó
“supuestos excesos represivos”.[70]
Señaló negociaciones
tras bambalinas para imponer alguna fórmula legal que llevara tranquilidad a
los cuarteles después del Juicio:
Para eludir una realidad que les
disgustaba, Roque Carranza y Antonio Tróccoli (…) declararon que el fallo de la
Cámara sentaría las bases para la aplicación de la obediencia debida.[71]
Ante la apelación
Eligió para
la última nota su elemento argumentativo preferido: la contradicción.
(…) un ejemplo incómodo para esta Cámara
es que la Fiscalía compara los cuatro años y medio recaídos en el aviador y los
ocho del marino con los veintidós años de prisión que una sala del mismo tribunal
impuso a un guerrillero por tenencia de armas, explosivos y falsificación de
documentos.[72]
En esta cobertura, que se diferenció de otras cuyos
límites están impuestos por la serenidad y la objetividad que se pretende
imparcial, HV corrió algunos límites de la época, como la interpelación al
lector:
Caride contó que Guillermo Yoli ingirió
cianuro cuando intentaron detenerlo. Le salvaron la vida y lo llevaron a la
estación de San Miguel para que entregara a un compañero. En lugar de eso se
arrojó bajo el tren. ¿Alguien duda que Yoli era lo que en este juicio se llama
“subversivo”? ¿Alguien ha oído un ejemplo más alto de dignidad?[73]
El gran aporte de HV no estuvo dado sólo por su
profuso archivo; ni porque su fina ironía hiciera más llevadera la lectura. Su
legado perdura en las reflexiones que mechó entre la información coyuntural. De
entre las mejores síntesis, tal vez, éste sea un ejemplo:
Nada hay tan real como este proceso. La gravedad con
que los seis camaristas asumen su papel, el ardor de algunos defensores, la
inteligencia del fiscal, la emoción y la memoria de los testigos, el silencio
de un público sobrecogido por la hondura de la situación, conforman el acto más
doloroso y saludable que este país, inclinado a la trivialidad y la fantasía, ha
sido capaz de generar como supremo intento de basar una nueva fundación sobre
suelo más firme no corroído por los detritus de la impunidad. Es un susurro de
dignidad…[74]
Bibliografía
American Association of Jurists (Asociación Americana de Juristas): Argentina, Juicios a los Militares. Documentos secretos; decretos-leyes; jurisprudencia. Bs. As., AAJ, 1988.
American Association of Jurists (Asociación Americana de Juristas): Argentina, Juicios a los Militares. Documentos secretos; decretos-leyes; jurisprudencia. Bs. As., AAJ, 1988.
Arendt, Hannah: Eichmann en
Jerusalem. Edición web, Capítulos 6 y 7.
Berhongaray, Antonio: El Juicio a las Juntas
militares. Un ejemplo para el mundo (Prólogo de Raúl Alfonsín). Santa Rosa,
La Pampa, Amerindia, 2008. ISBN 978-987-1082-30-8
Ciancaglini, Sergio – Granovsky,
Martín: Crónicas del Apocalipsis. La memoria del futuro. Ed. Bs. As., Contrapunto,
1986.
CONADEP: Nunca
Más. Bs. As., EUDEBA, 1984.
Verón,
Eliseo: Análisis de discurso (material de cátedras de la
FPyCS-UNLP).
Verbitsky, H.: Hemisferio Derecho. Bs. As.,
Planeta, 1998. ISBN 950-742-953-0
Artículos en El
Periodista (Colección completa en archivo del ponente).
[2] Desde la N° 33, del 26 de abril de
1985, hasta la 69, del 3 de enero siguiente.
[3] Desde el 15 de septiembre de 1984 al
20 de mayo de 1988.
[4] La
autobomba debida, recuadro en El Periodista, N° 59, pp 5, del 21 de octubre
de 1985.
[5] Los
Huesos No Mienten, en El Periodista, N° 43, del 5 de julio de 1985, pp 22.
[6] Seregni
Habla Sobre El Juicio, en El Periodista, N° 49, pp 8, del 16 de agosto de
1985.
[7] Los
Militares Rechazan La Amnistía, en El Periodista, N° 51, del 23 de agosto
de 1985.
[8] “¿Qué
Hace Mi Marina En El Ande?”, en El Periodista, N° 53, del 13 de septiembre
de 1985, pp 11.
[9] Se refería a su nota El debate sobre la guerra sucia, en la
contratapa de El Periodista N° 29.
[10] No
Habrá Ley De Amnistía, en El Periodista, N° 43, 5 de julio de 1985, pp 2 a
4.
[11] La
Conexión Con La Patria Financiera, en El Periodista, N° 36, del 17 de mayo
de 1985, recuadro en pp 7.
[12] Zaratiegui
Hundió A La Junta Militar, en El Periodista, N° 37, del 24 de mayo de 1985,
pp 6 y 7.
[13] Un
Testigo Sin Valor, en El Periodista, N° 38, del 31 de mayo de 1985,
recuadro en pp 7.
[14] (Granovsky, 1986:122). ¿El pedido incluye a los ex comandantes? Tomado de La Razón del 24 de agosto
de 1985.
[15] Sentencia
En Noviembre, en El Periodista,
N° 49, pp 4, del 16 de agosto de 1985.
[16] Fue el 9 de diciembre.
[17] Lo hará a sólo dos días, el 18 de
septiembre.
[18] Tales alegatos se pronunciaron entre
el 2 y el 14 de ese mes.
[19] No
Habrá Ley de Amnistía, en El Periodista, N° 43, pp 3, 2ª columna, del 5 de
julio de 1985.
[20] A
quien corresponda, en El Periodista,
N° 45, pp 8, del 19 al 25 de julio de 1985.
[21]¿Sentencia en Noviembre?, en El Periodista, N° 41, pp 8, del 21 de junio de 1985.
[22] Los
Plazos Del Juicio, en El Periodista, N° 51, del 30 de agosto de 1985,
recuadro en pp 3.
[23] Catena, Alberto: Sección Libros, en El Periodista, N° 91,
pp 10; del 6 de junio de 1986.
[24] Verón: Análisis de
discurso.
[25] De ellos, 158
representaron a medios extranjeros. (AAJ, 1988:38).
[26] (Ciancaglini,
1986:127) Los rostros y los gestos.
Tomado de La Razón, 12 de septiembre de 1985.
[27] (Ciancaglini,
1986:132) Lecturas, asentimientos y otro
culpable. Tomado de La Razón, 13 de septiembre de 1985.
[28] (Ciancaglini,
1986:134-5) Cábalas y encontronazos.
Tomado de La Razón, 14 de septiembre de 1985.
[29] HV: Dime Dónde Te Sientas Y Te Diré Quién Eres, en El Periodista, N°
56, pp 6 y 7; del 4 de octubre de 1985.
[30] (Ciancaglini,
1986:29) El Centro
Clandestino de Detención de la Fuerza Aérea en Morón.
[31] Lágrimas
y Sonrisas, en El Periodista, N° 36, del 17 de mayo de 1985, pp 6 a 8.
[32] La
Sociedad Frente Al Terror, en El Periodista, N° 38, del 31 de mayo de 1985,
pp 7 a 10.
[33] No
Habrá Ley De Amnistía, en El Periodista, N° 43, 5 de julio de 1985, pp 2 a
4.
[34] Gritos Y Susurros, en El Periodista, N° 35, del 10 de mayo de 1985, pp 8 y 9.
[35] Adentro
y Afuera, en El Periodista, N° 40, del 14 de junio de 1985, al cierre de la
pp 10.
[36] El antecedente Eichmann (Berhongaray, 2008:240).
[37] Meses después del Juicio a las
Juntas, hacia abril de 1986, fue invitado a la ciudad de La Plata para hablar
en el homenaje al alzamiento del ghetto de Varsovia. (Verbitsky, 1998:265).
[38] Cuando el ponente le preguntó a HV
si se había inspirado en el trabajo de Arendt, respondió que no y preguntó si
había puntos de contacto.
[39] ¿Nueva
derecha?, en El Periodista, N° 134, columna de opinión con foto de HV en pp
6, del 3 de abril de 1987.
[40] Ideología
Nazi, Sociedad Antisemita, en El Periodista, N° 44, del 12 de julio de
1985, pp 8.
[41] Arendt: La conferencia de Wannsee o
Poncio Pilatos (Capítulo 7)
[42] Zaratiegui
Hundió A La Junta Militar, en El Periodista, N° 37, del 24 de mayo de 1985,
pp 6 y 7.
[43] No
Habrá Ley De Amnistía, subtítulo El lado oscuro del orden, en El Periodista, N° 43, 5 de julio de 1985, pp
2 a 4.
[44] Arendt: La Solución final: matar (Capítulo 6).
[45] La Cruz Acude Al Rescate De La Espada, en El Periodista, N° 54, pp 4, del 20 de septiembre
de 1985.
[46] Absolución
o golpe, en El Periodista, N° 59, del 21 de octubre de 1985.
[47] No
Habrá Ley de Amnistía, en El Periodista, N° 43, pp 4, 3ª columna, el 5 de
julio de 1985.
[48] La
Hora de la Justicia, subtítulo El
derecho de defensa en peligro, en El Periodista, N° 33, al cierre de pp 7,
el 26 de abril de 1985.
[49] Gritos y Susurros, El Periodista, N° 35, pp 8, 4ª
columna.
[50] Gritos
y Susurros, en El Periodista, N° 35, pp 9, 1ª columna, el 10 de mayo de
1985.
[51] Lágrimas
y Sonrisas, en El Periodista, N° 36, pp 8, 4ª columna, el 17 de mayo de
1985.
[52] Caramelos
Surtidos, en El Periodista, N° 54, del 25 de octubre de 1985, recuadro en
pp 5.
[53] La
Máquina De La Verdad, en El Periodista, N° 40, pp 9, del 14 de junio de
1985.
[54] Nueve
Acusados, Pero Una Sociedad Enferma, El Periodista, N° 34, pp 8, 2ª columna, el 3 de mayo de 1985.
[55] Nueve
Acusados, Pero Una Sociedad Enferma, en El Periodista, N° 34, pp 8, 4ª columna, el 3 de mayo de 1985.
[56] Ocho
Años Bien Medidos, en El Periodista, N° 41, pp 9, del 21 de junio de 1985.
[57] Gritos
y Susurros, en El Periodista, N° 35, pp 9, 2ª columna.
[58] Gritos
y Susurros, El Periodista, N° 35, pp 8, 4ª columna.
[59] Lágrimas
y Sonrisas, en El Periodista, N° 36, pp 7, 4ª columna, del 17 de mayo de
1985.
[60] Zaratiegui
Hundió a la Junta Militar, en El Periodista, N° 37, pp 7, 4ª columna, del
24 de mayo de 1985.
[61] Valerga,
con ve corta, en El Periodista,
N° 38, recuadro en pp 9, del 31 de mayo de 1985.
[62] Las
situaciones límite, en El Periodista, N° 43, pp 4, 2ª columna, del 5 de
julio de 1985.
[63] Las
situaciones límite, en El Periodista,
N° 43, pp 4, 3ª columna, del 5 de julio de 1985.
[64] El
Evangelio Según Massera, en El Periodista, N° 45, pp 7 y 8, del 19 de julio
de 1985.
[65] Tres
Almirantes A Pique, en El Periodista, N° 46, pp 7 y 8, del 26 de junio de
1985.
[66] Periodistas
y Gráficos En Tribunales: ¿Memoria, Silencio U Olvido?, en El Periodista,
N° 39, pp 9, 2ª columna, del 7 de junio de 1985.
[67] Adentro
y Afuera, en El Periodista, N° 40, pp 10, del 14 de junio de 1985.
[68] Seis
Jueces Con Pantalones, en El Periodista, N° 46, pp 3, del 26 de julio de
1985.
[69] Adentro
y Afuera, en El Periodista, N° 40, pp 9, del 14 de junio de 1985. | Vázquez
conducía Ver Claro, por ATC, los
miércoles a las 23.
[70] Paz
Sin Justicia, en El Periodista, N° 58, del 18 de octubre de 1985, pp 4.
[71] Los
Dinosaurios No Se Rinden, columna de opinión en recuadro de pp 7, en El
Periodista, N° 69, del 3 de enero de 1986.
[72] Recurso
Contra La Arbitrariedad, en El Periodista, N° 68, contratapa del 27 de
diciembre de 1985.
[73] La
Sociedad Frente Al Terror, en El Periodista, N° 38, del 31 de mayo de 1985,
pp 7 a 10.
[74] Gritos Y Susurros, en El Periodista, N° 35, pp 8, del
10 de mayo de 1985. http://congresocomep.wordpress.com/conferencias-y-paneles/